09-Dic 09:41 am|AFP
La investigación es la primera que pone en
evidencia que los roedores pueden identificarse con el estado de ánimo de otro
Ratones de laboratorio | el-nacional.com
Un estudio
de expertos de la Universidad de Chicago descubrió que si a las ratas se les da
a elegir entre saborear un pedazo de chocolate o liberar a un colega
encerrado, los roedores se inclinan por la última opción, lo que demuestra que
la empatía no es exclusiva del hombre.
La ciencia ya había demostrado que el altruismo no estaba exclusivamente reservado al ser humano, sino que existía también, por ejemplo, entre los monos.
Pero este estudio, publicado en la revista científica Science, es "el primero en poner en evidencia un comportamiento de ayuda en las ratas suscitado por un sentimiento de empatía", dijo Jean Decety, uno de los autores del estudio.
Para llevar a cabo la investigación, los científicos pusieron 15 parejas de ratas en cajas en las que convivían durante dos semanas.
Luego, las trasladaban a otras cajas en las que una de ellas estaba atrapada en un pequeño lugar, y la otra permanecía en relativa libertad.
La ciencia ya había demostrado que el altruismo no estaba exclusivamente reservado al ser humano, sino que existía también, por ejemplo, entre los monos.
Pero este estudio, publicado en la revista científica Science, es "el primero en poner en evidencia un comportamiento de ayuda en las ratas suscitado por un sentimiento de empatía", dijo Jean Decety, uno de los autores del estudio.
Para llevar a cabo la investigación, los científicos pusieron 15 parejas de ratas en cajas en las que convivían durante dos semanas.
Luego, las trasladaban a otras cajas en las que una de ellas estaba atrapada en un pequeño lugar, y la otra permanecía en relativa libertad.
La rata en
libertad, que podía oír y ver a su compañero encerrado, mostraba signos
de agitación.
La puerta para liberar la trampa no resultaba fácil de abrir, pero después de tres a siete días, la mayor parte de los roedores lograban hacerlo.
Una vez que descubrieron cómo hacerlo, los roedores iban directamente a abrir la puerta de la trampa cada vez que su compañero era encerrado.
Para probar la buena voluntad de las ratas, los investigadores también hicieron el experimento encerrando juguetes, para ver si las ratas también tratarían de liberarlos como hicieron sus colegas, pero no sucedió así.
"No entrenamos a las ratas de ninguna forma. No les enseñamos cómo abrir la puerta, no están expuestas anteriormente a cómo abrir una puerta y es una puerta difícil de abrir. Pero continúan intentándolo hasta que finalmente funciona", dijo el autor principal del estudio Ben-Ami Bartal.
Incluso cuando los científicos rediseñaron el experimento para comprobar si las ratas liberarían a otros colegas distintos a aquel con que convivieron, estas lo hicieron, lo que muestra que no estaban motivadas por compañerismo.
"No hubo otra razón para realizar esta acción que finalizar la aflicción de las ratas atrapadas", dijo Bartal.
"En el modelo del mundo de las ratas, ver este comportamiento repetido de forma constante significa, básicamente, que la acción es gratificante para la rata" que libera a su par.
En la última prueba para medir la resolución de las ratas, los científicos les pusieron un montón de trozos de chocolate en la caja. En situaciones normales, las ratas devorarían todo el chocolate.
Pero, también entonces, las ratas tendían a actuar de forma benevolente: incluso cuando en algunos casos tomaban unas pocas pepitas en primer lugar, liberaban a su compañero y compartían el chocolate con él.
Puesto que la mayoría, aunque no todas las ratas, abrían las puertas para sus compañeros, el próximo paso de la investigación podría ser buscar "la fuente biológica de estas diferencias de comportamiento", dijo el estudio.
La coautora del estudio y profesora de neurobiología, Peggy Mason, afirmó que la investigación ofrece una importante lección para los humanos.
"Cuando actuamos sin empatía lo hacemos contra nuestra herencia biológica", dijo.
"A los humanos les iría mejor si escucharan y actuaran en función de su herencia biológica más a menudo", concluyó.
La puerta para liberar la trampa no resultaba fácil de abrir, pero después de tres a siete días, la mayor parte de los roedores lograban hacerlo.
Una vez que descubrieron cómo hacerlo, los roedores iban directamente a abrir la puerta de la trampa cada vez que su compañero era encerrado.
Para probar la buena voluntad de las ratas, los investigadores también hicieron el experimento encerrando juguetes, para ver si las ratas también tratarían de liberarlos como hicieron sus colegas, pero no sucedió así.
"No entrenamos a las ratas de ninguna forma. No les enseñamos cómo abrir la puerta, no están expuestas anteriormente a cómo abrir una puerta y es una puerta difícil de abrir. Pero continúan intentándolo hasta que finalmente funciona", dijo el autor principal del estudio Ben-Ami Bartal.
Incluso cuando los científicos rediseñaron el experimento para comprobar si las ratas liberarían a otros colegas distintos a aquel con que convivieron, estas lo hicieron, lo que muestra que no estaban motivadas por compañerismo.
"No hubo otra razón para realizar esta acción que finalizar la aflicción de las ratas atrapadas", dijo Bartal.
"En el modelo del mundo de las ratas, ver este comportamiento repetido de forma constante significa, básicamente, que la acción es gratificante para la rata" que libera a su par.
En la última prueba para medir la resolución de las ratas, los científicos les pusieron un montón de trozos de chocolate en la caja. En situaciones normales, las ratas devorarían todo el chocolate.
Pero, también entonces, las ratas tendían a actuar de forma benevolente: incluso cuando en algunos casos tomaban unas pocas pepitas en primer lugar, liberaban a su compañero y compartían el chocolate con él.
Puesto que la mayoría, aunque no todas las ratas, abrían las puertas para sus compañeros, el próximo paso de la investigación podría ser buscar "la fuente biológica de estas diferencias de comportamiento", dijo el estudio.
La coautora del estudio y profesora de neurobiología, Peggy Mason, afirmó que la investigación ofrece una importante lección para los humanos.
"Cuando actuamos sin empatía lo hacemos contra nuestra herencia biológica", dijo.
"A los humanos les iría mejor si escucharan y actuaran en función de su herencia biológica más a menudo", concluyó.
La
empatía según un escritor llamado Gustavo Páez se define como la
capacidad de poder experimentar la realidad subjetiva de otro individuo sin
perder de perspectiva tu propio marco de la realidad, esto al parecer no es único
de los humanos como nos lo revela esta publicación del diario el nacional
titulada “Estudio concluye que las ratas son capaces de sentir empatía” de
fecha 9 de Diciembre de 2011, esta cualidad aparentemente viene dada por una
herencia biológica, los animales son capaces de identificarse con otros
animales, cuando uno de ellos se encuentra en peligro dejando de lado sus
propios intereses en búsqueda del bien colectivo, esto es contrario a algunas
creencias del reino animal como la supervivencia del mas fuerte, teoría que
apoya el sistema económico predominante en la economía mundial, ¿Será acaso que
debemos cambiar nuestro punto de vista hacia el prójimo? Eliminar la
competencia posiblemente destructiva y más bien ayudar al prójimo a superarse,
pues esto es el centro del articulo explícitamente en la cita "A los humanos les iría mejor si escucharan y
actuaran en función de su herencia biológica más a menudo", tal
vez vivimos en un mundo basado en mentiras, donde las cosas no son como nos las
enseñan, tal vez y solo tal vez la naturaleza nos recuerda el equilibrio que
debemos seguir.
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